Ésto es lo que hace estar aburrido. Os escribo esta pequeña obra de teatro, por llamarla de alguna manera. La hice hace unos meses, y por supuesto con algún que otro cambio de personajes. "Aunque os aconsejo que paséis de ella, pero allá cada cual.
Primera parte
Narrador
La historia que narro ahora
no es digna de admiración,
pues cuenta la burda historia
de un hidalgo, Federico,
que quiso saber de mucho
y maltrecho nos quedó.
Fue en su época temprana,
un joven bien parecía.
engatusaba a las mozas,
en alcobas por las noches
y en los prados por el día,
llevando cuenta exhaustiva
de cada rosa que rompía.
Era un digno caballero
o aparentaba tal don,
pues en tabernas de altos hombres,
apostaba buenos cuartos
por desflorar cualquier flor.
Y tuvo tanta fortuna
que la historia le precede
fue capaz de desflorar
en un día a diez mujeres.
No negarán que tal record
no lo ansían sus mercedes.
Pero es la fama la que lleva,
tanto a buen o mal camino,
que de tanto beber rosas
se embriagó en su destino.
Y el conquistador de mozas
fue conquistador dormido,
y aquello que fue una rosa
se convirtió en un espino,
que le arañó las entrañas
y el corazón quedó herido,
quedando al final la fama
conocida entre chiquillos
que a grandes voces gritaban.
_¿Qué le pasó a Federico?
Que era guapo y de buen tipo
y por una buena moza
perdió su Don y hasta el pico.
Todo comenzó una tarde
en una vulgar apuesta,
por conseguir la mirada
de una gran bella condesa.
Tres caballeros retaban,
un buen talón fue acordado,
un beso marcado a prueba
antes del tercer sol posado.
A enfrentarse con su dama
fue Federico dispuesto,
y encontrola de parranda
con un fino caballero.
Complicándose el asunto,
aunque mayor era su ego,
pues cuanto más se enredaba
Más aún ponía empeño;
y era tanta la pasión
que no conciliaba el sueño,
gastando lo que ganaba
en las tabernas del puerto.
Así, que si trasnochaba,
todos hablaban del hecho
pues sabían a ciencia cierta
que estaba en pleno proceso,
pensando en su nueva dama
y en conquistar su cerezo,
y alrededor de tal conquista
apostaban los adeptos
a favor de Federico
o de un mal final en su empeño.
Las masas se acumulaban
formaban grandes revuelos
llegaban de toda España
y algunos del extranjero.
Era ya tanta la fama
que se editaban boletos
vendidos por zonas bajas
o en tascas de mal agüero.
Y ganase quien ganase
el suculento dinero,
el truhán de Federico
pedía de ese bote, medio.
sacándole un gran partido
a su bolsillo y a su ego.
Volviendo ya a nuestra trama,
narraba que un caballero
rondaba a la gran condesa
teniendo Don Federico
que marcar mejor su presa.
Y buscó la mejor manera
de acercarse a la gacela,
mientras que el supuesto amado
se alejaba de su vera.
Fede_.
Es preciso que la encierren
mi dulce y bella condesa,
pues al andar con tal finura
podría quedar vos presa.
Condesa_.
¿Le conozco?.
Federico_.
No tiene vos el placer.
Condesa_.
Qué arrogancia tiene el mozo.
Federico_.
No la he querido ofender.
más le aviso mi señora
que antes de que pase el alba
con un beso en sus labios
nos conoceremos bien.
Condesa_.
Qué atrevido el caballero
que se anda pavoneando,
le informo que no estoy sola,
mi escolta me está rondando.
(aparece en escena Don Jesuli)
Don Jesuli_.
Reconozco esa actitud
tan altanero y cobarde
es vos el gran Federico,
poca mecha y mucho alarde .
No ve que aquí la condesa
esta guardada muy bien
¿Es que su sangre no riega su cabeza
y se le queda en los pies?
Federico_.
Aún a riesgo de sufrir condena
aborrezco a los listillos,
que a un palmo de mi azotea
se le observa el canalillo. (saca su sable)
Saca bravura si tienes
para poder defender,
sus lelas manos de nieve
osadas deberán ser.
Siempre prestarán a calco
sus ideas fanfarronas
pues pequeño es tu talento
como toda su persona.
Por lo tanto amigo Jesuli
prepare bien su armadura
que llegó de nuevo Federico,
para vos Don, en su altura.
Y aquí le lanzo mi guante
cargado con ironía
que venza quien más aguante
quien no, perderá su vida
y con ella a la condesa
que seguro será mía
Don Jesuli_.
Va usted a perder la chaveta
tras sus letras apagadas,
no me sea tan majareta,
pues en cuestión de cuartetas
tiene las horas contadas.
Don Federico, le digo,
que deje a hombres la esgrima
que no existe mayor castigo
que versar sin tener rima.
Se burla de mí con arte
o eso piensa vos creer
pero no tiene talante
y lo debe comprender.
Márchese con viento fresco
Que aquí sobra, Federico
Más si insiste en esta trama
Perderá vos hasta pico.
Condesa_.
Basta de tanta palabra
y de guerras infantiles,
mostrar el macho me abruma
y vuestros juegos me aburren.
Marchémonos Don Jesuli,
dejemos al señor sediento,
que hablar más de lo acordado
es hablar más de lo dispuesto.
Federico_.
La razón que a mí me tienta ( a la condesa)
no es más que un juego evidente,
nunca convertirlo toca,
ni en guerra ni en lucha ardiente.
Deseoso y complacido
al encontrar tal contendiente,
que verse con astucia mis burlas,
y responda fiel y elocuente.
No hay razón que engendre rabia
ante vos, mi gran condesa,
que el hombre es muy complaciente, ( se refiere a Don Jesuli)
y un honor, si lo desecha.
Conocer más su persona
es tarea que me angustia,
pues conozco lo que muestra,
más su mirada me enturbia.
Poseedora de mil caras,
altanera en su semblante,
humilde si se precisa,
talante de gobernante.
Perfilas con gran astucia,
estudiando a contrincantes,
paciencia, nunca las prisas
conquistaron estandartes.
Disimular no es lo suyo,
se le nota en su mirada
renegar a mi persona
tiene las horas contadas;
por lo tanto mi condesa
no se resista al amor
Condesa_.
Es usted un sinvergüenza
Don Jesuli_.
¡En guardia, bribón!
Federico_.
Guarde la espada al instante
que el hierro no es buen amigo,
que en mi puño está la muerte
y eso, es ya bien sabido.
Don Jesuli_.
Basta de palabrerías
y empuñe su espada con fuerza,
Condesa_.
¡A mí la guardia,
que atacan a una condesa!
Federico_.
Bajo ningún concepto señora
yo la he querido ofender,
¡clave la espada en mi pecho
que moriré por usted.!
Don Jesuli_.
Al centro y con mucha astucia
mi espada le he de clavar,
el honor de un caballero
nunca se ha de manchar.
( Don Jesuli clava su espada en el pecho de Federico).
Federico_. (moribundo y casi sin aliento)
Que truenen grandes trompetas,
que el oboe rasgue el viento,
que el corazón marque un ritmo
para romper el silencio.
Que la trama se oscurece
y no existe ya consuelo,
más bien las miradas grises
de mis ojos tristes y negros.
Malgasté mil y una vida
en venturas que se fueron,
y ahora solo en mi locura,
la espera ya no la espero.
Maldígame mi condesa,
este injusto atrevimiento,
que la osadía no es gloria,
sólo un triste pensamiento.
Que sin razón ni conciencia
plasmé con mi boca loca
un trozo de sentimiento
convertido en burda prosa.
Y aunque ello a vos asombre
sin pensar que me disloca
el sentido, de la bufa vida
pasional de este hombre
es, aunque ello os asombre,
llevarme sus labios a mi boca.
Condesa_.
Ni en la muerte Federico
deja usted su ronroneo.
Mírese, ya no es el mismo
derrotado en su deseo.
Don Jesuli_.
Llegan las autoridades,
marchémonos que es muy tarde,
dejemos a este truhán
que lo atiendan en la cárcel.
Condesa_.
Yo me quedo, Don Jesuli,
márchese vos, Dios le guarde.
Don Jesuli_.
Condesa, cómo es posible,
que este hombre es un cobarde.
Federico_.
Seré lo que vos queráis,
pero se queda a mi lado.
Qué os sucede, Don Jesuli,
le noto decepcionado.
Don Jesuli_.
Le quedan horas de vida
hasta que llegue su muerte,
muera en paz Don Federico.
Condesa, que tenga suerte.
Seguirá...
Federico Pérez "El coronel"
Primera parte
Narrador
La historia que narro ahora
no es digna de admiración,
pues cuenta la burda historia
de un hidalgo, Federico,
que quiso saber de mucho
y maltrecho nos quedó.
Fue en su época temprana,
un joven bien parecía.
engatusaba a las mozas,
en alcobas por las noches
y en los prados por el día,
llevando cuenta exhaustiva
de cada rosa que rompía.
Era un digno caballero
o aparentaba tal don,
pues en tabernas de altos hombres,
apostaba buenos cuartos
por desflorar cualquier flor.
Y tuvo tanta fortuna
que la historia le precede
fue capaz de desflorar
en un día a diez mujeres.
No negarán que tal record
no lo ansían sus mercedes.
Pero es la fama la que lleva,
tanto a buen o mal camino,
que de tanto beber rosas
se embriagó en su destino.
Y el conquistador de mozas
fue conquistador dormido,
y aquello que fue una rosa
se convirtió en un espino,
que le arañó las entrañas
y el corazón quedó herido,
quedando al final la fama
conocida entre chiquillos
que a grandes voces gritaban.
_¿Qué le pasó a Federico?
Que era guapo y de buen tipo
y por una buena moza
perdió su Don y hasta el pico.
Todo comenzó una tarde
en una vulgar apuesta,
por conseguir la mirada
de una gran bella condesa.
Tres caballeros retaban,
un buen talón fue acordado,
un beso marcado a prueba
antes del tercer sol posado.
A enfrentarse con su dama
fue Federico dispuesto,
y encontrola de parranda
con un fino caballero.
Complicándose el asunto,
aunque mayor era su ego,
pues cuanto más se enredaba
Más aún ponía empeño;
y era tanta la pasión
que no conciliaba el sueño,
gastando lo que ganaba
en las tabernas del puerto.
Así, que si trasnochaba,
todos hablaban del hecho
pues sabían a ciencia cierta
que estaba en pleno proceso,
pensando en su nueva dama
y en conquistar su cerezo,
y alrededor de tal conquista
apostaban los adeptos
a favor de Federico
o de un mal final en su empeño.
Las masas se acumulaban
formaban grandes revuelos
llegaban de toda España
y algunos del extranjero.
Era ya tanta la fama
que se editaban boletos
vendidos por zonas bajas
o en tascas de mal agüero.
Y ganase quien ganase
el suculento dinero,
el truhán de Federico
pedía de ese bote, medio.
sacándole un gran partido
a su bolsillo y a su ego.
Volviendo ya a nuestra trama,
narraba que un caballero
rondaba a la gran condesa
teniendo Don Federico
que marcar mejor su presa.
Y buscó la mejor manera
de acercarse a la gacela,
mientras que el supuesto amado
se alejaba de su vera.
Fede_.
Es preciso que la encierren
mi dulce y bella condesa,
pues al andar con tal finura
podría quedar vos presa.
Condesa_.
¿Le conozco?.
Federico_.
No tiene vos el placer.
Condesa_.
Qué arrogancia tiene el mozo.
Federico_.
No la he querido ofender.
más le aviso mi señora
que antes de que pase el alba
con un beso en sus labios
nos conoceremos bien.
Condesa_.
Qué atrevido el caballero
que se anda pavoneando,
le informo que no estoy sola,
mi escolta me está rondando.
(aparece en escena Don Jesuli)
Don Jesuli_.
Reconozco esa actitud
tan altanero y cobarde
es vos el gran Federico,
poca mecha y mucho alarde .
No ve que aquí la condesa
esta guardada muy bien
¿Es que su sangre no riega su cabeza
y se le queda en los pies?
Federico_.
Aún a riesgo de sufrir condena
aborrezco a los listillos,
que a un palmo de mi azotea
se le observa el canalillo. (saca su sable)
Saca bravura si tienes
para poder defender,
sus lelas manos de nieve
osadas deberán ser.
Siempre prestarán a calco
sus ideas fanfarronas
pues pequeño es tu talento
como toda su persona.
Por lo tanto amigo Jesuli
prepare bien su armadura
que llegó de nuevo Federico,
para vos Don, en su altura.
Y aquí le lanzo mi guante
cargado con ironía
que venza quien más aguante
quien no, perderá su vida
y con ella a la condesa
que seguro será mía
Don Jesuli_.
Va usted a perder la chaveta
tras sus letras apagadas,
no me sea tan majareta,
pues en cuestión de cuartetas
tiene las horas contadas.
Don Federico, le digo,
que deje a hombres la esgrima
que no existe mayor castigo
que versar sin tener rima.
Se burla de mí con arte
o eso piensa vos creer
pero no tiene talante
y lo debe comprender.
Márchese con viento fresco
Que aquí sobra, Federico
Más si insiste en esta trama
Perderá vos hasta pico.
Condesa_.
Basta de tanta palabra
y de guerras infantiles,
mostrar el macho me abruma
y vuestros juegos me aburren.
Marchémonos Don Jesuli,
dejemos al señor sediento,
que hablar más de lo acordado
es hablar más de lo dispuesto.
Federico_.
La razón que a mí me tienta ( a la condesa)
no es más que un juego evidente,
nunca convertirlo toca,
ni en guerra ni en lucha ardiente.
Deseoso y complacido
al encontrar tal contendiente,
que verse con astucia mis burlas,
y responda fiel y elocuente.
No hay razón que engendre rabia
ante vos, mi gran condesa,
que el hombre es muy complaciente, ( se refiere a Don Jesuli)
y un honor, si lo desecha.
Conocer más su persona
es tarea que me angustia,
pues conozco lo que muestra,
más su mirada me enturbia.
Poseedora de mil caras,
altanera en su semblante,
humilde si se precisa,
talante de gobernante.
Perfilas con gran astucia,
estudiando a contrincantes,
paciencia, nunca las prisas
conquistaron estandartes.
Disimular no es lo suyo,
se le nota en su mirada
renegar a mi persona
tiene las horas contadas;
por lo tanto mi condesa
no se resista al amor
Condesa_.
Es usted un sinvergüenza
Don Jesuli_.
¡En guardia, bribón!
Federico_.
Guarde la espada al instante
que el hierro no es buen amigo,
que en mi puño está la muerte
y eso, es ya bien sabido.
Don Jesuli_.
Basta de palabrerías
y empuñe su espada con fuerza,
Condesa_.
¡A mí la guardia,
que atacan a una condesa!
Federico_.
Bajo ningún concepto señora
yo la he querido ofender,
¡clave la espada en mi pecho
que moriré por usted.!
Don Jesuli_.
Al centro y con mucha astucia
mi espada le he de clavar,
el honor de un caballero
nunca se ha de manchar.
( Don Jesuli clava su espada en el pecho de Federico).
Federico_. (moribundo y casi sin aliento)
Que truenen grandes trompetas,
que el oboe rasgue el viento,
que el corazón marque un ritmo
para romper el silencio.
Que la trama se oscurece
y no existe ya consuelo,
más bien las miradas grises
de mis ojos tristes y negros.
Malgasté mil y una vida
en venturas que se fueron,
y ahora solo en mi locura,
la espera ya no la espero.
Maldígame mi condesa,
este injusto atrevimiento,
que la osadía no es gloria,
sólo un triste pensamiento.
Que sin razón ni conciencia
plasmé con mi boca loca
un trozo de sentimiento
convertido en burda prosa.
Y aunque ello a vos asombre
sin pensar que me disloca
el sentido, de la bufa vida
pasional de este hombre
es, aunque ello os asombre,
llevarme sus labios a mi boca.
Condesa_.
Ni en la muerte Federico
deja usted su ronroneo.
Mírese, ya no es el mismo
derrotado en su deseo.
Don Jesuli_.
Llegan las autoridades,
marchémonos que es muy tarde,
dejemos a este truhán
que lo atiendan en la cárcel.
Condesa_.
Yo me quedo, Don Jesuli,
márchese vos, Dios le guarde.
Don Jesuli_.
Condesa, cómo es posible,
que este hombre es un cobarde.
Federico_.
Seré lo que vos queráis,
pero se queda a mi lado.
Qué os sucede, Don Jesuli,
le noto decepcionado.
Don Jesuli_.
Le quedan horas de vida
hasta que llegue su muerte,
muera en paz Don Federico.
Condesa, que tenga suerte.
Seguirá...
Federico Pérez "El coronel"
7 comentarios:
¿TU TE ESTAS TOMANDO LA METADONA DE TUS YONKIS?
UNA ABRAZO CABEZA
JESULI
¿tu te estas tomando la metadona de tus yonkis?
un abrazo
DICEN QUE CADA VEZ PARECE MAS SEGURO QUE JESULI SE RETIRA
Y DICEN QUE LE ESTAN ENCARGANDO MAS MARCHAS PARA LA SEMANA SANTA Y QUE ESTE SERIA UNO DE LOS MOTIVOS
ESPEREMOS QUE NO SEA ASI
Ayer conoci a un tio de la semana santa y me comento que estan muy ilusionado con otra de las marchas que esta haciendo jesuli. al final se nos va del carnaval
Jesuli te mata un día de estos,
Un saludo campeón
taaaaaaaaaaaaa simpatico cohones.
no me gusta mucho la trama, la verdad, pero he de reconocer que hay muy buenos versos y convina muy bien el humor, pero la historia es absurda, bajo mi punto de vista. escribe mas
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