Hoy
he estado leyendo la introducción que Blas Miguel nos ha dejado en su libro,
una de las muchas ideas que nos transmite dice así:
“Las letras de
un pasodoble de carnaval abarcan un sinfín de temas y, aunque a veces resultan
repetitivos, es la forma y el prisma que el autor le infiere al tema, lo que
hará que se descubra una nueva creación sobre algo reiterado hasta la
extenuación.”
Este comentario que hace Blas Miguel, es una de las dificultades más extendidas de
los autores de letras y radica, en la elección de los distintos temas a tratar.
En estos aspectos, la veteranía da cierta visión sobre lo que se debe o no
escribir y sobre todo, que tipo de temas son más típicos a la coincidencia
durante el transcurso del concurso “Colombino”. Durante los años, los habituales a vivir desde
su butaca todo el certamen, conocen bien este ritual del que hablo, a veces, incluso
nos hemos encontrado contando los temas y las veces que se han tratado en un
mismo año. Sí, llega a ser pesado, no lo digo con mala intención, es simple
rutina y reiteración. A veces, oír un mismo tema con una misma línea una y otra
vez, resulta soporífero, por lo tanto, ¿Dónde está el buen hacer del autor?.
Recuerdo
una conversación con dos grandes autores de pasodobles de Huelva, Jesuli
Perojil y Antonio Cabezas, mientras daban una charla en Arrabales. Quizás no
sean las palabras correctas que utilizaron, pero si el fondo del mismo, siempre
hablando del estilo personal de dichos autores:
“El pasodoble debe nacer y no ser buscado, debe ir más
allá de la información que debes dar y que deseas transmitir. Su originalidad
debe primar, no sólo en las formas, también en el fondo. Debe tener un sello
personal que caracterice al autor. No es cuestión de dar una noticia, no se
trata de explicar lo que dicen los medios de comunicación, se trata de dar una
visión personal que implique los propios sentimientos y emociones, con
opiniones concretas que sirvan de auto-reflexión al oyente.” Recuerdo una de las frases (no sé bien quién la dijo) “No se trata de unir palabras, más bien,
saber donde deben estar colocadas para que la métrica engarce como lo hace la
propia música; Debe sonar bonito, sin esfuerzo y que se transmita con facilidad…”
Podríamos
añadir más valores para definir un pasodoble, pero eso se lo dejo a quienes escriben y tienen la capacidad de
adaptar una letra a una música, donde el conjunto suene como un todo, sin que
se destaquen las partes, hecho que difícilmente suele ocurrir. Hay que
destacar, que no es lo mismo decir: “Ponte el clavel en el pelo” que “ponte el Dianthus caryophyllus en la cabeza”. En la segunda opción
da la sensación de querer quedar bien ante el público, más que transmitir una
sensación, que por otra parte, si no lo busco en la red, no sabría decir a que
flor se refiere. Dicho esto y como no me gusta poner ejemplos de nadie para no
herir sentimientos, comento un hecho que me ocurrió con uno de mis malos
pasodobles.
Recuerdo un
pasodoble que escribí para la chirigota de los pollos, donde el amigo Paco Carapalo
colaboró con nosotros. Cuando le canté dicha letra, lo primero que me dijo fue:
“Picha, quita esa palabra de Fosfoyesos, es fea “pa to sus muertos”. Creo que
con este ejemplo personal, queda todo más claro.
Federico Pérez "El coronel"
Carnaval de Huelva / Carnaval Colombino